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Jesús Manuel Sánchez: ¿Tenemos (libre) albedrío?

Si tengo la capacidad de poder elegir que corbata ponerme, ¿no tengo libre albedrío?

Uno de los grandes debates teológicos durante la Reforma estuvo basado en ver si el hombre estaba muerto en sus pecados o si poseía libertad para elegir entre el bien y el mal.

Mientras Martín Lutero, como todos los reformadores, enseñaba que el hombre había perdido toda posibilidad de elegir a Dios ya que se encuentra “muerto en delitos y pecados”, la iglesia católica había acogido las enseñanzas de las doctrinas semi-pelagianas, diciendo que el hombre estaba dañado por el pecado, pero no lo suficiente como para no poder ir a Dios bajo su propia voluntad.

El reformador protestante Martín Lutero

Entonces la pregunta sería la siguiente ¿tiene el hombre libre albedrío? Pues la respuesta sería: sí y no.

Déjame que lo explique.

Digamos que el hombre tiene una facultad de hacer libremente lo que quiera. Si decimos que el hombre tiene la libertad de levantarse por la mañana y elegir entre una corbata verde y otra azul, sí, el hombre puede hacer esto sin ninguna dificultad. Si este hombre eligiera la corbata azul, efectivamente, habría elegido está corbata libremente.

Un hombre puede elegir entre una corbata azul y una verde (o cualquier otra).

Ahora bien, si entendemos por libre albedrío a que el hombre puede elegir entre seguir pecando o elegir la santidad de Dios; no, el hombre es esclavo del pecado, por lo tanto “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).

Si tiráramos de la imaginación y nos fuéramos a la orilla del mar y le preguntáramos a un pez si quiere salir del agua, que es su hábitat natural, para vivir en la tierra junto a un rebaño de ovejas, el pez libremente respondería que no quiere, ya que le gusta vivir en el agua porque es como le gusta vivir. Su naturaleza le impediría que quisiera llevar una vida de oveja. 

Pero, vamos más allá.

Si imaginamos que se acerca una gran contaminación y avisamos al pez que tiene que salir del agua con urgencia porque si no lo hace, morirá, este pez, podría llegar incluso a la situación de salir del agua, vivir con las ovejas, pero sin duda con el tiempo “como una puerca lavada vuelve a su lodo, y el perro a su vómito”, este pez volvería al agua porque es su hábitat, pero es esclavo de no querer vivir fuera del mar.

La naturaleza del pez pertenece al agua.

¿Qué tendría que pasar, entonces, para que este pez quisiera, libremente, dejar el mar? Pues, que a través de una conversión milagrosa, fuese convertido en oveja. Entonces este antiguo pez, elegiría libremente ser oveja y libremente seguir al pastor.

Así que, al igual que este pez es esclavo de no querer ser oveja, el pecador, si no nace de nuevo, es esclavo de no querer ir a Dios. Así lo dice Pablo a los Corintios “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. El hombre natural, es decir, el hombre no nacido de nuevo, no puede entender la Palabra de Dios porque ha de nacer de nuevo.

Jesús le dijo a Nicodemo en Juan 3:3 “Que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Debemos entender, que el hombre no puede darse vida a sí mismo ya que es una obra que es llevada a cabo por el Espíritu a través del evangelio. El hombre, al estar “muerto”, ¿cómo va a darse vida a sí mismo? No puede porque siempre elige la muerte, es decir al pecado. El hombre nunca busca a Dios, como dice Romanos 3 que “no hay quien entienda; no hay quien busque a Dios”.

Es decir, para que el hombre quiera buscar al verdadero Dios, ha de cambiar de naturaleza en el nuevo nacimiento.

En Génesis cuando dice Dios: “Sea la luz”, es un simbolismo del nuevo nacimiento del pecador que anda en tinieblas.

El hombre sin haber nacido de nuevo puede buscar a “un dios” como lo hicieron los marineros de Jonás haciendo pactos con Él, pero es “un ritual” como en la actualidad puede ser hoy día, la oración del pecador, pero sin llegar a la verdadera conversión.

Lázaro no se pudo dar vida a sí mismo ya que estaba muerto. Muchos lo buscan para muchas cosas, pero si su naturaleza aún no ha cambiado, buscarán a un Jesús “psicólogo”, un Jesús “gestor”, pero nunca al verdadero Jesús Salvador. Por esto, el nuevo nacimiento es la llegada de una nueva naturaleza. Es cuando el pez se convierte en oveja.

Las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento son muy claras en cuanto a la doctrina del hombre. El ser humano no busca a Dios y sale de su presencia: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Génesis 3:8).

Adán se escondió de Dios porque era pecador.

Aquí vemos la depravación del ser humano. Cuando el hombre cae en el huerto del Edén, su voluntad se ve esclavizada al pecado, y su condición natural viene a ser siempre a no querer buscar a Dios y a creerse que por sus propios medios puede salvarse, “seréis como Dios”. 

Por esto, el pecador, puede decir que es libre de elegir entre el bien y el mal, pero sin embargo la Biblia dice que “no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia

¿Tenemos que correr hacia Cristo? Sí, con todas nuestras fuerzas, pero sabemos que el hombre que lo está haciendo es porque Dios está teniendo misericordia de él. Es decir, el pecador que está corriendo a Cristo en arrepentimiento y fe, lo hace porque Dios le ha dado vida cuando estaba muerto en sus delitos y pecados, y está corriendo hacia su salvador, en su nueva naturaleza, ya que es “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13).

El pecador, el hombre natural o carnal, como así lo llama la Biblia, odia la santidad de Dios porque ama su pecado y piensa que es libre, pero “el que practica el pecado, es esclavo del pecadoEl hombre natural o carnal, no quiere ni puede sujetarse a Dios, como así enseña Pablo a los Romanos, cuando dice que “los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”(Romanos 8:7).

Por lo tanto, ¿puede el hombre elegir libremente?

Sí.

¿Puede elegir el hombre a Dios sin haber nacido de nuevo?

No. El hombre sin nacer de nuevo, libremente, nunca va a elegir a Dios porque lo odia.

Por esto, el hombre natural, libremente, nunca elige a Dios, porque es esclavo de no querer hacerlo, ya que bajo su propia voluntad “no queréis venir a mí, para que tengáis vida”(Juan 5:39).

Y ¿porqué el pecador no quiere ir a Dios? Porque sabe que es Él el único que lo puede apartar de lo que más ama: su pecado. Esto deja al hombre sin excusa, teniendo él toda la responsabilidad de no querer ir a Dios.

Pero la buena noticia (el evangelio) nos revela que a pesar de nuestra condición pecaminosa, a través de la obediencia de Cristo, somos aceptados por el Padre. Cristo se puso en el lugar del pecador “haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”para que nosotros los injustos, fuésemos contados como justos únicamente por la justicia de Cristo, y siendo esto, únicamente por gracia por medio de la fe.

Sabiendo que es el mismo Señor Jesucristo el que dice “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

Blog Jesús Manuel Sánchez

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3 comentarios sobre «Jesús Manuel Sánchez: ¿Tenemos (libre) albedrío?»

  1. ¿Puede elegir el hombre a Dios sin haber nacido de nuevo?

    No. El hombre sin nacer de nuevo, libremente, nunca va a elegir a Dios porque lo odia.

    Hola, me da la impresiòn de que se han invertido los términos; no voy a Dios porque he nacido de nuevo, voy a Cristo en primer lugar y el resto de operaciones espirituales que obran , son resultado de ir a El,
    en definitiva…nacer de nuevo.
    Quien origina mi movimiento de ir a El ,eso es otra cosa.

    1. Sí María, digamos que Dios en su soberanía ha escogido medios para poner por obra sus propósitos. En el propósito de la salvación del pecador, ha escogido la “locura de la predicación”, como dice Pablo a los corintios, siendo “el evangelio poder de Dios pasa salvación…” Romanos 1:16. Las escrituras enseñan que, el hombre está muerto en delitos y pegados, y al estar muerto, nunca va a ir a Dios porque un muerto no puede responder a nada. Dicho esto, a lo que me refiero en el artículo, es que para que el hombre pueda y quiera ir a Dios, su alma debe de ser resucitada, un cambio naturaleza, es decir, nacer de nuevo para que vaya a Cristo en arrepentimiento y fe. Esto lo vemos por ejemplo en lázaro, tuvo que ser resucitado para que pudiera ir a Cristo, o en Ezequiel 37, en El Valle de los huesos secos, cuando estos huesos empiezan a cobrar vida por medio de la voz del profeta.
      Dios nos hace nacer de nuevo por medio de su poder, por medio de la predicación para que podamos ver en la condición que estamos, y en ello, veamos la gloria que se manifiesta en Cristo Jesús.
      Sin más, Dios le bendiga María ?.

  2. Nunca a sido ni es un tema claro, como única base de autoridad, entiendo que la Biblia no dice claramente si la regeneraciòn y la fe salvadora ocurren juntas o que es primero;
    de todas maneras,deseo dejar claro que la salvación de la condenación jamàs es por algo bueno que haya en mì o yo
    pueda hacer ,al contrario!

    La soberanía de Dios es la que actúa al margen mío…

    Agustín,Aquino,Lutero,Calvino,J.Edward, Grudem ,Sproul…
    ellos también buscaron respuestas con los mismos enunciados que usted, Jesús Manuel enumera…incluido Will Graham.

    En que orden o momento sucede que una persona pase de muerte a vida , entiendo que la Biblia no lo dice meridianamente claro.
    El foco central ,es que somos salv@s por un acto soberano de la voluntad de Dios,en la que el hombre no participa ,
    pero no obstante es un ser volitivo ,ese es el rompedero de cabeza. !!
    y a partir de aquí, cuanto más respuestas busco, más preguntas aparecen!!
    Soli Deo

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