
El diablo está debajo de la autoridad de Dios. El diablo sólo puede llegar hasta donde Dios quiere que llegue. El diablo sólo va adónde el Señor le permite ir.
El poder Dios que levantó a Cristo de la muerte es un poder que está sobre todo principado y autoridad y poder y señorío y sobre todo nombre que se nombra en este siglo y en el venidero. Es un poder que somete todas las cosas bajo los pies de Cristo.
¿Qué significa eso de “someter todas las cosas bajo sus pies”?
Significa que el diablo es muy poderoso, sin embargo, su poder está debajo del poder de Cristo.
Por eso un cristiano no debe tenerle miedo a Satanás porque aunque tiene poder, es un poder que está sometido bajo los pies de Cristo.
Por lo tanto, ¡ni vivir paralizados ni vivir pensando que el diablo no existe!
Esta realidad del poder del diablo contrastado con el poder inmenso de Dios se ve muy claramente reflejada en el libro de Job. Allí observamos cómo Satanás no puede hacer nada que Dios no le deje hacer. Por lo tanto, la enseñanza es ésta: que aunque el diablo puede pedirle a Dios cosas para hacernos daño y Dios permitírselo, Dios siempre tiene el control. Y este poder de Dios, unido a su bondad, nos da tranquilidad y seguridad.
Todo lo hemos experimentado. Sabemos que Dios permite muchas cosas que nos ocurren con el propósito bueno de fortalecer nuestra fe. Pero sabemos que Dios es fiel y no nos dejará ser tentados más de lo que podemos resistir, sino que juntamente con la tentación, nos dará la salida para que podamos soportar.
Así que, el primer paso para anular la fuerza de Satanás es saber que Dios no permitirá que el diablo me toque sin que Él lo permita. Y si lo permite, será con las condiciones que Dios le pone para que esa prueba tenga un buen propósito para mí. ¿Entiendes? ¿De acuerdo?
Fortalecerme en el Señor y en el poder de su fuerza significa que, cuando me caigo, como sé quién está a mi lado, pues, me levanto. Dejo de llorar. Y vuelvo a la lucha porque sé que Dios no sólo es fuerte y poderoso sino que también es bueno y justo.
Así, pues, el diablo jamás triunfará. El mal ya fue destruido. El mal, a un cristiano, no puede hacer nada que fortalecerle. Por eso Dios lo permite: para que su fe sea fortalecida.
Estoy junto a Aquél que tiene el poder de someter todas las cosas bajo sus pies.
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