
Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento (Mateo 9:13).
¿Es posible que se dé entre nosotros cristianos hoy este peligro como tú nos adviertes aquí, y antes también los profetas? (Oseas 6:6) ¿Puedo yo ser más ritualista y legalista que misericordioso?
Sé que mi vida espiritual, mi uso de los medios de gracia (oración, lectura, comunión…) mi deseo y esfuerzo por entender y aplicar tu palabra, son mandatos tuyos y por tanto esenciales para mi alma, pero también sé que yo fui en otro tiempo un pobre enfermo que no podía o no quería levantarme de mi cómodo lecho de pecado, un ciego que no veía las terribles tinieblas que me rodeaban, un necio que no entendía el glorioso evangelio del perdón; hasta que no vino este médico, que era tu Hijo, este sanador de almas, este redentor de pecadores. No me preguntó, no esperó que yo hiciera algo o tomara determinaciones, solo extendió sus manos, en forma de cruz, y me sanó, me limpió ante tus ojos y me abrazó tan fuerte que ya nadie puede separarme de él.
Permíteme que yo también tenga esta actitud y este deseo de médico ante los enfermos del alma con que me encuentro en mi camino.
Blog Luis Cano
Esta serie se encuentra publicada en la página web de la iglesia de Ciudad Real donde pastorea nuestro hermano Luis Cano. Podéis acceder a la página haciendo clic aquí.