En el movimiento de la teología de la prosperidad se cita 3 Juan 1:2 una y otra vez para defender la idea de que Dios quiere que todos sus hijos prosperen económicamente y tengan salud.
No obstante, hay que leer el verso en cuestión con cuidado para fijarnos bien en lo que (no) dice.
Se lee,
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
Para comenzar, la frase alude a un deseo del apóstol; no a la voluntad revelada de Dios. Juan dice, “Yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud”. El deseo es de Juan; no de Dios. Es como si yo dijera a un hermano mío en la fe, “Espero que todo te esté yendo bien”.
El apóstol no escribe diciendo, “Amado Gayo, Dios quiere que tú seas prosperado y que tengas salud”.
Según la Biblia, varios siervos de Dios se enfermaron estando dentro de la perfecta voluntad de Dios. Aquí tenéis una lista:
- Job, quien es proclamado en las Escrituras como un gran hombre de fe, fue cubierto de dolorosas llagas desde la punta de sus pies hasta su cabeza (Job 2:7).
- El gran apóstol Pablo confesó a los gálatas que “a causa de enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio” (Gálatas 4:13).
- Timoteo, el que fue llamado el hijo de Pablo en la fe, sufría de frecuentes problemas estomacales. En lugar de mandarle al joven pastor que “declarara positivamente” su sanidad, lo que hizo Pablo fue ofrecerle algunos consejos prácticos: “Y no bebas agua, sino usa un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades” (1 Timoteo 5:23).
- Aunque Eliseo fue bendecido con una doble porción espiritual, finalmente tuvo que morir aquejado por una enfermedad (2 Reyes 13:14).
- Pablo dejó a Trófimo enfermo en Mileto (2 Timoteo 4:20).
- Epafrodito cayó enfermo y estuvo a punto de morir (Filipenses 2:25-30).
- El rey Ezequías enfermó y estuvo al borde de su muerte (2 Reyes 20:1).
Escribe Hank Hanegraaff:
Aún los maestros de la [súper] fe, en sus más honestas concesiones, han tenido que admitir que ellos mismos han experimentado los estragos de la enfermedad y los dolores. Y a pesar de todas sus protestas, ellos tendrían que encontrarse al final del camino con la última de las enfermedades: la muerte.[1]
Y para aplicar todo esto a nuestra congregación: ¿cuántos de vosotros, desde el día de vuestra conversión en adelante, nunca habéis estado enfermos? ¿No os acordáis del mes de noviembre 2019 cuando casi la mitad de la iglesia estuvo enferma? ¿Algunos con virus, otros con resfriados? Yo mismo estuve siete días tirado en la cama sin poder hacer nada.
Los cristianos también tenemos que ir al médico porque las enfermedades nos afectan. Por eso los cirujanos también tienen que operar a los cristianos. De ninguna manera podemos utilizar 3 Juan 1:2 para negar la realidad de la enfermedad en la vida cristiana.
Pastor Will Graham – Almería
[1] HANEGRAAFF, pp. 269-270.
Muy buen post. Gracias por compartirlo.