
Cuando Jesús envió a los setenta discípulos a proclamar el evangelio, les dijo que viajaran con poco equipaje. Les dijo que cuando entraran a un pueblo, si la gente rehusaba oírlos, tenían que sacudir el polvo de sus pies y marcharse a otro lugar.
Es en esa clase de contexto que Jesús habló de darles las perlas a los cerdos. Al alcanzar a otros con el evangelio, no debemos renunciar fácilmente (esta actitud paciente se deja ver en varias parábolas y en la Escritura en general).
Sin embargo, desde un punto de vista estratégico, es ineficaz estar extendiendo constantemente la mano a personas que están firme y tenazmente oponiéndose a la fe cristiana.
Encontramos muchísimos casos en que aquellas personas se ablandan y vienen a Cristo, pero gastar toda nuestra atención a dichas personas no es el uso más apropiado del tiempo y de la energía.
Si la gente desprecia las cosas de Dios, no se supone que debamos darlos por perdidos o dejar de preocuparnos por ellos, pero al mismo tiempo, no se espera que debamos invertir lo mejor de nosotros una y otra vez en aquellas personas.
R.C. Sproul

Me gusto la reflexión sobre ese pasaje de la Biblia. Saludos, Dios les bendiga.
Excelente comentario Gloria a Dios