
Esta pregunta no es contraria a la razón sino que la trasciende.
Hay algunas semejanzas con la resurrección en la naturaleza: el grano que se siembra en la tierra muere antes de brotar. “Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes” (1 Corintios 15:36).
En el invierno, los frutos de la tierra mueren; y en primera hay una resurrección de los mismos.
El olivó de Noé, que brotó después del diluvio, fue un símbolo llamativo de la resurrección.
Y después de la pasión de nuestro Señor, muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron (Mateo 27:52).
Dios puede resucitar el cuerpo de la tumba con más facilidad que nosotros despertar al que está dormido.
Otra pregunta es:
Pero si el polvo de tantos está ya mezclado, ¿cómo puede llevarse a cabo la separación y hacer que resuciten los mismos cuerpos enteros?
Si creemos que Dios es capaz de crear, ¿por qué no va a poder diferenciar el polvo de un cuerpo del de otro? ¿Acaso no vemos cómo el químico separa varios metales mezclados, tales como el oro, la plata o el latón, y reduce cada metal a su propia especie?
¿Y no creeremos con mucha más razón que, una vez que nuestros cuerpos se hayan mezclado y confundido con otras sustancias, el Dios sabio va a ser capaz de revestir a cada alma con su propio cuerpo?
Thomas Watson (1620-86)
