
Entonces, en aquel día, David comenzó a aclamar a Jehová por mano de Asaf y de sus hermanos: …
… Y dijo todo el pueblo, Amén y alabó a Jehová (1 Crónicas 16:7, 36)
El momento requería un salmo como éste y una invitación a todos a alabar a Dios y así ocurrió.
David había traído por fin a Jerusalén el arca de Dios, después de su pérdida ante los filisteos (1 Sam 4 y 5), de la muerte, tras la devolución a Israel, de los que se atrevieron a mirar (1 Sam 6:19ss), de estar 20 años en la casa de Abinadab en Quiriat-jearim (1 Sam 7:2), del frustrado intento de traerla, con la muerte de Uza (13:7-11). Pero por fin, haciéndose las cosas como debían de hacerse, el arca, la gloria de Israel (1 Sam 4:21-22) estaba en Jerusalén, así que llama a los músicos e invita a todos a reconocer la grandeza y bendiciones de Dios ante el mundo entero.
Nosotros tenemos más razones que ellos, porque Cristo es mucho más que el arca, ésta sí, tenía la vara de Aarón, la ley y algo del maná (1 Reyes 8:9, Ex 16:32ss, Núm 17:10), pero Jesús es el mismo poder de Dios, es más que la ley y es la vida eterna, él es el fin, el cumplimiento de todos aquellos símbolos… y está en medio de su pueblo. ¡Cuántas más razones para gozarnos y para dar gloria a Dios!
Me da temor Señor a que yo no sea movido a cantar como David y los demás. Teniendo yo más razones, me da miedo a que mi espíritu esté paralizado o dormido, y que no sepa o no quiera contagiar mi gozo a todos los que me rodean. Señor, líbrame de esta posible pereza espiritual.
Blog Luis Cano
Esta serie se encuentra publicada en la página web de la iglesia de Ciudad Real donde pastorea nuestro hermano Luis Cano. Podéis acceder a la página haciendo clic aquí.
