
Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa? (Job 2:3)
Por tres veces se repite de Job en el texto que era perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal (1:1, 8; 2:3). Si lo hubiera dicho otro, sería difícil de aceptar, pero lo dijiste tú mismo. Podría haberlo tomado como un cuento, una moraleja, si no fuera porque lo cita Santiago (Stg. 5:11) o incluso Ezequiel (Ezq. 14:14). Podría aceptar que “perfecto” aquí implica completo o sin causa para señalarle falta, pero sigue siendo recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
Diriges, Padre, la atención del mismo Satanás para que considere a tu siervo Job. Yo también quiero considerarlo, pero no para tentarle o desearle mal, sino para aprender, para imitarle.
Quiero ser como él. ¿Qué me falta? Dámelo. ¿Qué debo hacer? Ayúdame a conseguirlo.
Un momento, me viene un pensamiento, una idea ¿Me la has puesto tú Señor?
Cristo, tu Hijo, fue superior a Job, no hubo pecado en él (Heb. 4:15; 7:26). No solo él fue mi redentor, mi sustituto, sino también mi santificación, mi intercesor. No solo quitó mi pecado y culpa delante de ti, sino que me adorna con su justicia (Rom. 13:14) (Gal. 3:27). Padre, puedes decir de mí lo que dijiste de Job, pero en Cristo.
Gracias por llevarme hoy, por medio de Job, a Cristo.
Blog Luis Cano
Esta serie se encuentra publicada en la página web de la iglesia de Ciudad Real donde pastorea nuestro hermano Luis Cano. Podéis acceder a la página haciendo clic aquí.