
Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios (Job 2:10).
Padre, me resulta fácil decirte que te amo, pues veo sobre mi persona y mi vida las muchas bendiciones que me has regalado. Incluso en los momentos más difíciles y duros tú estuviste allí y pude sentir tu consuelo y tu ayuda.
Este amor mío hacia ti, resultado de tu amor hacia mí (1 Jn.4:19), hace que me atreva a decir que estoy dispuesto a recibir de ti todo lo que me mandes, pensando que tú solo me darás cosas buenas y que me ayudarás, como has hecho, en las cosas malas.
Pero ahora, al leer estas palabras de Job, me retengo un poco. Sí, es verdad, tú también puedes enviarme o permitirme mal, dolor y pérdida. Además en ese momento, como ahora, ¿quién soy yo para discutir contigo? (Rom. 9:21).
Si es voluntad tuya que yo reciba mal mañana, que tenga que pasar por valle de sombras de muerte, que tenga que cargar burlas y golpes de enemigos, dame valor para recibirlo igual que Job.
Me da miedo que me falte en su momento valor y ánimo y que me pueda parecer, aunque sea solo un poco, a su mujer, por eso no me dejes apartar mi mirada de ti. Si en el momento crucial puedo ver tu amor en la obra de Cristo, aunque seas mi cirujano y me amputes el bien, estaré confiado.
Blog Luis Cano
Esta serie se encuentra publicada en la página web de la iglesia de Ciudad Real donde pastorea nuestro hermano Luis Cano. Podéis acceder a la página haciendo clic aquí.