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Martyn Lloyd-Jones: Las Setenta Semanas de Daniel

Daniel 9:24

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

¿No se puede ver todo en el Nuevo Testamento? Es asombroso cómo puede haber alguien incapaz de verlo.

Miremos las palabras terminar la prevaricación. ¿No vino un juicio final sobre el pueblo y sobre la ciudad en el año 70 d.C.? Nuestro Señor les había advertido y finalmente vino. El pueblo y la ciudad sufrieron juicio entonces y lo han sufrido hasta ahora.

Luego está poner fin al pecado. ¿No es ese nuestro bendito, glorioso evangelio cristiano? Durante ese período se puso fin al pecado. La fuente para los pecados y la impureza se abrió en el Calvario. Se abrió el camino de la expiación. Se produjo el perdón efectivo.

Y luego considerémoslo de esta otra forma y expiar la iniquidad. ¿Cuál es el evangelio que se nos entrega? Es este, dice Pablo, “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2 Corintios 5:19). Daniel nos está anticipando lo que ocurrió en ese período.

¿Qué más?

Leemos para traer la justicia perdurable. ¿No se nos ha traído la justicia perdurable a través de nuestro bendito Señor y Salvador, por su vida perfecta, al convertirse en ofrenda por el pecado? El medio para la justicia de Dios, dice Pablo a los romanos, ha venido ya. Es mi evangelio, dice el apóstol, “porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe” (Romanos 1:17).

Esta es la justicia perdurable y nunca habrá ninguna otra. Es la justicia de Dios en Jesucristo y es la única justicia que Dios reconocerá jamás o que llegue a conocer la humanidad. Es sin duda una justicia perdurable.

Y debido a la justicia traída por nuestro Señor, Él sellará la visión y la profecía. Cristo es el cumplimiento de las profecías. “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar sino para cumplir” (Mateo 5:17). La profecía y la visión están selladas, naturalmente, porque nuestro Señor es Aquel a quien señalan todas.

Luego ungir al Santo de los santos. Y fue ungido. Fue ungido para su obra por el Espíritu Santo. Y da la misma unción, por medio del mismo Espíritu, a todos los que le pertenecen. Las Escrituras nos dicen específicamente que Dios le ungió. Él es el mesías. Señalaría, pues, que el versículo 24 es mesiánico por completo. Es una profecía de lo que ocurriría cuando Cristo viniera a llevar a cabo su obra perfecta.

Daniel 9:25

Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el mesías príncipe habrá siete semanas y setenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.

El versículo 25 no presenta ninguna dificultad en absoluto, está perfectamente claro.

Daniel 9:26

Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.

Sabemos que eso ocurrió exactamente así. Eso sucedió literalmente.

Tito fue el nombre del príncipe y, de la manera más terrible y diabólica, él y sus legiones romanas destruyeron la ciudad de Jerusalén y el Templo.

Josefo describe lo que sucedió, “Jamás ha habido tal catástrofe sobre la tierra como entonces: el sufrimiento, las tribulaciones, la crueldad de esa guerra sigue destacando por encima de toda la historia”.

Y aquí, asombrosamente, hay una profecía de ese acontecimiento.

Daniel 9:27

Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado, se derrame sobre el desolador.

¿Cabe duda de que el sujeto, la persona de la que se está hablando en todo el párrafo es el mesías? El otro príncipe viene y hace su obra, pero el asunto, la cuestión, es el mesías.

El versículo dice confirmará el pacto –no hará el pacto- con muchos. Establecerá un pacto que ya existía. ¿Acaso no hizo eso el Señor Jesucristo? El pacto de gracia y salvación se remonta a Abraham ciertamente, comenzó en el mismísimo huerto del Edén.

El Señor Jesucristo vino a confirmar ese pacto, y lo confirmó. Lo estableció. Lo hizo sólido. Él es la ratificación de todo ello. Y lo ratificó por medio del derramamiento de su sangre, tal como nos enseña el autor de Hebreos (capítulo 9).

Y luego prosigue a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Tras la llegada del gran anti tipo, los tipos ya no son, por supuesto, necesarios. Cuando “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29) ha venido al mundo y se le ha arrebatado la vida para llevar a cabo la expiación, las sombras y los tipos ya no son necesarios. Se ha hecho cesar el sacrificio y la ofrenda y, de una forma asombrosa, han cesado.

No hay ningún Templo. Y no se ofrecen sacrificios. Se ha hecho la ofrenda definitiva, de una vez por todas, tal como, por otro lado, el libro de Hebreos recalca y repite una y otra vez.

Pero luego leemos lo siguiente después con la muchedumbre de abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

Bastante cierto. La consecuencia inmediata del rechazo de los judíos hacia el mesías fue que su ciudad fue atacada y desolada por completo, de modo que, en un sentido, Él mismo lo hizo

En otras palabras, existe un paralelismo entre los versículos 26 y 27. Hay dos secciones en el versículo 26 y dos secciones en el versículo 27.

En la primera mitad del versículo 26 se nos dice que al mesías le será quitada la vida y no tendrá nada y, en relación con todo eso, se produce una terrible inundación, y la guerra con toda su desolación que tuvo lugar literalmente en el año 70 d.C.

Y hay una repetición exacta de las mismas cosas en el versículo 27. En primer lugar, el propio mesías confirma y ratifica el pecado, y pone fin a los sacrificios por su propia muerte, y en la segunda mitad la desolación y la guerra y la destrucción que se produjeron. Y todo aconteció literalmente en el año 70.

Conclusión

En este pasaje de Daniel vemos una profecía sumamente asombrosa que se materializó literalmente 500 años después. ¡Menuda previsión del evangelio! ¡Qué maravillosa profecía del camino eterno de salvación de Dios!

Daniel, como se podrá recordar, estaba angustiado. Dijo: ¿qué va a suceder? ¿Qué será del futuro? Y aquí está la respuesta, se le habla del mesías, de la justicia perdurable, la expiación, la reconciliación y toda la gloria de la salvación cristiana.

Martyn Lloyd-Jones

Una exposición de Daniel 9:24-27.

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4 comentarios sobre «Martyn Lloyd-Jones: Las Setenta Semanas de Daniel»

  1. Lo que no entendí es como encaja todo en las setenta semanas y como es posible que ya se cumplieron pero los seis objetivos en el pueblo y la ciudad de Daniel no.
    Hebreos 9, ¿habla de «un nuevo pacto» o de la confirmación de un antiguo pacto?

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