
Este no es el momento de callar, sino de hablar abiertamente.
Hemos callado durante demasiado tiempo con la sensación de que si nos oponíamos a la práctica bíblica del llamamiento al altar podríamos entorpecer la buena obra de la evangelización, puesto que entre la multitud de “decisiones” sí existen algunas conversiones genuinas.
¡Pero a cada semana que pasa se infunden falsas esperanzas en miles! Se induce a las personas a levantar la mano y pasar al frente de la iglesia cuando solo habría que remitirlas a Cristo.
El excelso llamamiento de la predicación ha degenerado en una serie de trucos y prácticas engañosas fruto de doctrinas erróneas. En medio de todas estas tinieblas, oremos para que Dios avive nuevamente a su iglesia. Debemos volver a sus instrucciones para la evangelización, a sus invitaciones amplias a los pecadores y la predicación de su evangelio. Solo entonces nuestros esfuerzos glorificarán a Dios; y si Dios lo quiere, muchos se convertirán para gloria suya.
Debemos defender la verdad a toda costa. En un fragmento hallado entre los papeles del antiguo profesor John Murray, en su época del seminario de Westminster, se pueden leer las siguientes palabras de su puño y letra: “Las reivindicaciones de la verdad están por encima de todo”.
A continuación añadió:
Pero a menudo la batalla de la fe se centra en los esfuerzos del alma que exigen las reivindicaciones de la verdad. Son muchas las tentaciones de permitir que las reivindicaciones de la verdad pasen a un segundo plano.
La pereza mental es una de esas tentaciones. Nos hemos acostumbrado a ciertos patrones de conducta y pensamiento. Quizá tengan un aura de santidad que emane de una familia arraigada, o de una tradición eclesiástica o social, y no estamos dispuestos a someter a tal patrón o convicción a la prueba de los criterios exigidos por la verdad.
O quizá, después de que la evidencia de la verdad nos demuestre lo contrario, no estamos dispuestos a ceder a ello porque implica romper con lo conveniente y lo convencional.
Demostremos denuedo por la verdad y hagamos acopio de fuerzas para resistir siempre la tentación de manipular a las personas a fin de obtener resultados impresionantes.
Alentados por grandes dirigentes de la iglesia como el profesor Murray, obedezcamos a nuestro Señor mismo, que dijo a través de su apóstol Pablo: “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad” (Efesios 6:14).
¡Nuestra teología debe ser bíblica, no importa a qué precio, para que seamos fieles, aun “hasta la muerte”!
Pregunta al lector: ¿Qué opinas sobre los llamamientos al altar? Deja tu respuesta en la sección de comentarios. Gracias.