El misionero británico Andrés Birch se ha despedido de España después de 37 años de ministerio en la península ibérica.
Su esposa, Vivienne, publicó un post en su página de Facebook dando las gracias a varios hermanos e iglesias por las últimas casi cuatro décadas. Los Birch han dicho «Adiós» a España en la misma semana que el teólogo José Hutter, el cual estuvo 34 años sirviendo al Señor en el país.
Escribió Vivienne Birch:
De los cielos azules de Mallorca a las nubes del Reino Unido.
Adios España. España nuestra.
Gracias a los que habéis dejado mella en nuestra vida a lo largo de unos 37 años, desde el año 1983, cuando llegamos al aeropuerto de Málaga con un nene de 2 años y un bebé de 6 meses a un piso vacío.
1983-1984: Gracias, malagueños, por el gazpacho helado y la bienvenida cálida. Donde los olores de ajo friéndose en aceite de olivo, y de los boquerones, y del suavizante de ropa llenaban el patio interior de nuestro bloque y donde se escuchaban las risas de los vecinos que disfrutaban de «1, 2, 3» con Mayra Gómez Kemp y se sabía que los del piso de en frente iban a cenar tortilla, por el sonido del tenedor en el bol cuando la abuela batía los huevos. Gracias por dar los primeros besitos a nuestra hija, la malagueña más rubia de toda la historia.
1984-2004: Gracias, manchegos, por ayudarnos a criar a nuestros hijos, y por desafiarnos a averiguar si nos parecemos más a Quijote o a Sancho Panza. Por enseñarnos a valorar los cielos abiertos y los horizontes sin impedimentos de montes, un océano compuesto de tierra de tonos rojizos y de viñas que parecen interminables. Por el pisto manchego y el asadillo y el queso manchego… sabores profundos de la España Profunda.
2004-2020: Gracias, mallorquines, por dejarnos volver a vivir a la orilla del mar. Un mar que cada día es distinto. Nunca aburrido. Gracias por permitirnos ser testigos de cómo el sol poniente hace que los barcos de la bahía de Palma parezcan estar bañados de oro. Por abriros el corazón a estos forasteros. Por la coca de trampó y las ensaimadas, las empanadas y la sobrasada. Por los almendros en flor, casi florescentes en la penumbra, que nos prometían que el invierno ya se nos había ido.
Gracias a otros «inmigrantes» de tantos rincones del planeta, quienes han aportado tanto a nuestras vidas, enriqueciéndonos con su gastronomía, sus costumbres, su manera de entender el mundo. Nuestras iglesias se han convertido en una maravillosa mezcla de colores, idiomas, y culturas. Gracias, chicos, por invitarnos a vuestros hogares, por abrazarnos, por tener paciencia con una norirlandesa y un inglés.
Gracias a los compañeros , los alumnos, los clientes, los vecinos, …o sea…¡a nuestros amigos! Nos habéis regalado muchos momentos inolvidables..unas imágenes indelebles en nuestra retinas.
Un agradecimiento especial a las congregaciones de las que Andrés ha sido pastor. Nunca nos olvidaremos de vosotros, que habéis sabido perdonar nuestras muchas faltas y nos habéis colmado de cariño – sobre todo eso…. mucho cariño.
Gracias a nuestros hijos y sus familias. Nuestra partida os afecta muy profundamente, pero vuestros apoyo es incondicional. Gracias por querer compartir tantas horas de este verano con nosotros.
Gracias a España por enseñarnos sus paisajes y su cultura, todo con los brazos abiertos. De norte a sur. De este a oeste. ¡Qué gran país!
Pero, sobre todo, gracias a Dios por llevarnos a ese lugar del sur de Europa. Él nos ha sido fiel desde el principio de nuestra aventura en la península ibérica. Y sabemos que desde el principio de esta nueva aventura hasta su final él se mostrará ser el mismo Dios bueno, sabio y omnipotente, un Dios amante que jamás abandona a los suyos.
Gracias, Señor, por estar a nuestro lado estos últimos 37 años. 1983-2020.
Dios no habia visto tanta devoción por servirte en tanto tiempo en un lugar específico, bendiciones a ustedes que entregan sus vidas a la obra de Dios. El los guíe en esta nueva etapa de sus vidas.