
Cuando Dios quiso crear peces, le habló al mar. Cuando Dios quiso crear árboles, le habló a la tierra. Pero cuando Dios quiso crear al hombre, se volvió hacia sí mismo.
Así que Dios dijo, «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza».
Si sacas un pez del agua, morirá; y cuando remueves un árbol del suelo, también muere.
Del mismo modo, cuando el hombre se desconecta de Dios, muere. Dios es nuestro entorno natural. Fuimos creados para vivir en su presencia. Tenemos que estar conectados con Él porque solo en Él existe la vida.
Recordamos que el agua sin peces sigue siendo agua, pero los peces sin agua no son nada. El suelo sin el árbol sigue siendo suelo, pero el árbol sin suelo no es nada. Dios sin el hombre sigue siendo Dios, pero el hombre sin Dios no es nada.
Ahora nada puede hacer el hombre para volver a Dios porque el hombre está muerto en sus pecados (pues se separó de Dios).
Pero de tal manera amó Dios al mundo, que El mismo se hizo hombre para llegar al hombre, para que el hombre pueda volver a Dios, solo por medio de creer en lo que Jesucristo hizo, y pedirle perdón por haberle ofendido tanto.
Gabriel Remeseiro (Iglesia Evangélica de la Gracia, Barcelona)