
Cuando pensamos en las advertencias de Cristo registradas en su discurso pascual (Juan 14-16), tendemos a identificar el “mundo” los incrédulos y los paganos que no conocen al Dios de la Biblia.
Jesús dice: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros” (Juan 15:18).
Automáticamente, nos viene a la mente la persecución instigada por los no creyentes. Por ejemplo, los comunistas en Corea del Norte, Laos y China; los fundamentalistas islámicos en Afganistán, Somalia, Libia, Pakistán, Sudán e Irán; los hindúes en la India; y los gobiernos secularistas que predominan en el mundo occidental.
Pero hace falta prestar atención al contexto inmediato del pasaje.
El Salvador aclara que no está hablando ni de comunistas ni de musulmanes radicales ni de hindúes ni de ateos.
En términos bien claros, Cristo revela que está hablando de los dirigentes judíos.
“Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado” (Juan 15:22).
“Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado” (Juan 15:24).
“Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y hará esto porque no conocen al Padre ni a mí” (Juan 16:2-3).
El Señor está aludiendo al mundo de los líderes judíos.
En términos sencillos, Jesús está diciendo: “Si el mundo religioso de los judíos os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros”.
Aquellos líderes sí “conocían” al Dios de las Escrituras. Eran varones bien versados en las Sagradas Escrituras. No eran escépticos como los comunistas y los secularistas ni politeístas como los hindúes. Abrazaron el monoteísmo. No obstante, según Jesús, “no conocen al Padre ni a mí” (Juan 16:2-3).
Y es por esta razón que entregaron a nuestro amado Redentor a Pilato para ser azotado, crucificado y muerto. ¿Y acaso no apedrearon a nuestro hermano Esteban también?
Tenían las Escrituras pero no conocían a Dios.
Enseñaban en las sinagogas pero no conocían a Dios.
Ofrendaban en el Templo pero no conocían a Dios.
Dirigían al pueblo de Dios en oración pero no conocían a Dios.
Hablaban del “mesías” pero no conocían a Dios.
En nuestro contexto actual, necesitamos tener discernimiento y aprender que los enemigos principales del pueblo cristiano son los propios dirigentes evangélicos.
Este tipo de persecución es más letal y sutil que aquélla fomentada por los incrédulos porque los dirigentes del movimiento evangélico son como nosotros.
Citan las Escrituras. Predican la Palabra. Hacen mención de “Cristo”.
En los últimos años, las personas que más me han perseguido por defender los valores de la Palabra de Dios en España han sido los propios líderes protestantes.
Es el cumplimiento de la promesa del Salvador. Es el mundo religioso evangélico el que amenaza, chantajea, manipula y procura silenciar a los voceros del nazareno.
Gracias a Dios, hay muchos predicadores evangélicos fieles a las Escrituras que tienen las cosas bien claras. No quieren seguir las corrientes de este mundo caído. Desean que la iglesia camine en pureza y santidad en esta generación adúltera y perversa.
Sin embargo, hay otros en lugares de prominencia en el Sanedrín protestante que leen su Biblia a través de la lupa de lo políticamente correcto porque su única preocupación es caerle bien a los romanos opresores.
Al igual que Eva, en lugar de ser sal y luz sometiéndose a la Palabra del Señor, esos líderes se han entregado a los brazos de Satanás produciendo una fe sosa y tenebrosa, la cual se encarga de eliminar a todos los verdaderos profetas del Señor.
Descansemos, hoy, hermanos sabiendo que nuestro Señor no será burlado. Los líderes judíos que mataron al mesías se tuvieron que presentar ante el Rey Jesús después de morir. Y los dirigentes evangélicos contemporáneos que tuercen las Escrituras para su propia destrucción (2 Pedro 3:16) serán condenados por los siglos de los siglos.
Sí, ahora se jactan de ser más compasivos, dulces y tiernos que los pastores conservadores.
Sí, ahora se glorían en su gran relevancia cultural e influencia política. ¡Son mucho más importantes que los demás evangélicos que son unos don nadie!
Sí, ahora se creen grandes por su erudición, su luz intelectual y su gran sabiduría a la hora de crear una cosmovisión religiosa libre del “discurso de odio” y los “prejuicios tradicionales” que supuestamente caracterizan a los evangélicos de toda la vida.
Pero irónicamente tal vanagloria constituye la causa de su perdición eterna. Como bien nos enseñó Cristo en otro pasaje de Juan: “Si fueras ciegos, no tendrías pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece” (Juan 9:41).
Entienda quien pueda…
“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros” (Juan 15:18).
Pastor Will Graham – Almería
Pregunta al lector: ¿Te has encontrado alguna vez con un líder evangélico progresista? Deja tu comentario en la sección de comentarios. Gracias.
Regreso a la Iglesia, y me encuentro que se patrocina abiertamente por pastores (Obispo) la agenda 2030, el feminismo «evangélico», apoyándose en filósofas ateas, católicas y evangélicas, con el pensamiento Queer, ideología de género y todo lo que ésto conlleva.
Saludos, apoyo y oraciones desde Brasil.
Muy buen post. Gracias por compartirlo.