“Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre” (Lucas 1:54-55).
Cumples tus promesas.
En tu gran misericordia, prometiste a mi padre Abraham que su simiente iba a bendecir todas las naciones. Y por esta razón, siendo yo gentil por naturaleza, ahora formo parte de tu pueblo escogido. Soy un miembro de la familia de Israel.
He aprendido que el verdadero israelita no lo es según la carne sino según la fe en tu Hijo, la simiente profetizada. Paradójicamente, soy más hebreo que los judíos que no tenían (y no tienen) fe en el mesías. ¿Por qué? Porque tú me circuncidaste el corazón. Tú me regalaste el don de la fe.
Ahora mi fe en la simiente me ha sido contada por justicia (Génesis 15:6). No es que mi fe sea la fuente de mi justicia; sino la obra impecable del Hijo de Abraham, Jesucristo, mi Salvador, el niño de María. Mi fe se apropia de Él.
Gracias por cumplir tus promesas y por haber preparado una mesa de manjares suculentos y vino refinado para mí, un gentil salvado por misericordia.
Pastor Will Graham – Almería