“Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mateo 1:22-23).
¡Santo!
Cumpliste tus promesas al pie de la letra. No te olvidaste de aquella profecía que diste siete siglos antes del nacimiento de tu Hijo. Tu Palabra no pudo fallar porque eres fiel y veraz. Por eso enviaste tu Espíritu a María.
¡Una virgen dando a luz! ¡Qué cosas! Haces lo imposible. ¿Quién como tú? Magnífico en santidad. Terrible en maravillosas hazañas. Hacedor de prodigios.
Y una vez más, me alumbras con la verdad con respecto a tu Hijo. Es mucho más que el niño de María. ¡Es Emanuel! ¡Es la Segunda Persona de la Trinidad encarnada!
Esta maravilla me sorprende aún más que la concepción virginal. ¿Por qué dejaría Dios el Hijo la gloria celestial para caminar entre nosotros? ¿Cómo es que quiso venir para quitar nuestros pecados?
Tu gracia salvadora, amado Padre, me quita el aliento. Y el amor de tu Hijo me emociona.
¡Eres santo, santo, santo!
Pastor Will Graham – Almería