“Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús” (Mateo 1:24-25).
¡Me gozo con el gozo de José! Se despertó aquel día volando. Podía unirse a su amada con paz en la conciencia y alegría en el corazón.
“María, ahora sé que me dijiste la verdad. Sé que no mentiste. Lo siento tanto por haber dudado de ti, mi amor. El Señor envió su ángel y me lo ha explicado todo. Te amo. Ahora serás mía para siempre”.
¡Me gozo con el gozo de María! Seguramente las lágrimas corrían por las mejillas al enterarse de que José, su amado, no iba a dejarla.
¡Me gozo con la obediencia de esa hermosa pareja! Obedecieron tu mandato llamando al niño Jesús. Y luego disfrutaron de una vida matrimonial procreando para tu gloria. ¿Acaso no dijiste a nuestros padres en el huerto: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra” (Génesis 1:28)?
¡Me gozo con José, con María y sobre todo, me gozo en ti por habernos obsequiado el Rey de Belén!
Pastor Will Graham – Almería