“Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio” (Lucas 1:67-70).
¿Cómo puede ser?
Zacarías, el padre de Juan el Bautista, arranca su alabanza gloriándose en el Salvador y no en su propio hijo.
Había entendido la gran verdad de que si alguno viene a Cristo, y no aborrece a sus “hijos”, no puede ser su discípulo (Lucas 14:26).
Y sé que Zacarías estaba pensando en el bebé de Belén porque aludió a “la casa de David” en su salmo de alabanza; no a la casa de Leví (la casa de Juan).
Te doy las gracias por todos los siervos que has levantado, mi Padre. Sin embargo, confieso que Jesucristo, tu Hijo, es mayor que todos ellos juntos. El Espíritu que llenó a Zacarías me ha enseñado que es así. No hay nadie como Cristo.
En Él me has visitado, redimido y salvado con poder. En Él has cumplido lo que prometiste por medio de los profetas. ¡Gloria!
Pastor Will Graham – Almería
Desde Puerto Rico… Dios le continue bendiciendo y usando.
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