“Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo pacto; del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días” (Lucas 1:72-75).
Siendo librado de mis enemigos – la carne, la muerte, el mundo, el pecado y Satanás- ahora puedo servirte sin temor. Ando en santidad delante de ti, no por temor, sino por amor. Sigo la justicia en mi trato con los demás, no por temor, sino por gratitud a ti.
Me has concedido la bendición de Abraham. Me has justificado por la fe en tu Hijo. Me has abrazado con misericordia según los términos de tu pacto. Me has dicho: “No temas; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande” (Génesis 15:1).
¿Por qué? Porque quisiste darme la promesa. A ti te plació hablarme con tanta ternura siendo yo tan indigno.
No podría ser más bienaventurado. Y tú no podrías ser más bueno y glorioso.
Te alabo hoy por la simiente de Abraham en quien he recibido gracia sobre gracia.
Pastor Will Graham – Almería
Gracias por tu aporte. Saludos.