
“Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados” (Lucas 1:76-77).
Qué gozo para el sacerdote Zacarías engendrar al que iba a preparar los caminos del Mesías. Qué honor. Qué privilegio.
En todo el relato, veo la superioridad de Cristo sobre Juan. Juan es el “profeta” del Altísimo mientras que Cristo es su “Hijo” (1:32). Juan, el siervo; Cristo, el Señor. Juan, lleno del Espíritu; Cristo, concebido por el Espíritu.
Me encantaría ser útil para tu Hijo. Oh, qué deleite sería poder preparar sus caminos testificando de la salvación que hay en Él. Qué bendición poder ser yo un Juan de Bautista, un canal, para el avance del evangelio de Cristo.
Y qué alegría me daría poder ser padre de otros que preparen los caminos del Salvador. Quiero que mis hijos según la carne te glorifiquen con todo su ser. Y deseo que me permitas llevar a muchos otros hijos de Adán al conocimiento del Segundo Adán.
Oh, Señor, ¡dame hijos espirituales o me muero (Génesis 30:1)!
Pastor Will Graham – Almería