“Y todos los que los oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho” (2:18-20).
Gracias, Padre.
Te alabo hoy por el buen ejemplo de María. Hay muchos que se maravillan de las palabras de tus voceros; pero pocos meditan profundamente sobre ellas en sus corazones.
Te alabo hoy por el buen ejemplo de los pastores. Dieron a conocer tu voluntad y se llenaron de gozo alabándote. No tenían luces multicolor ni máquinas de humo ni instrumentos musicales para crear una atmósfera; pero magnificaron tu nombre siendo impulsados por la fe y no por la vista. ¿Quién puede contemplar tu gloria en un niño indefenso y vulnerable acostado en un pesebre sucio?
Y por encima de todo, te alabo hoy por la fuente de alegría de los pastores, de José y María y de las demás personas allí presentes en el establo, a saber, por la aurora, tu Hijo Jesucristo.
Sé que me amas porque me diste tu Hijo.
Gracias, Padre.
Pastor Will Graham – Almería