
“Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:” (Lucas 2:27-28).
¡Bendita Trinidad!
El Espíritu encaminó a Simeón hacia tu bendito Hijo. Y aquel varón, al disfrutar del inestimable honor de tomar al Dios-niño en sus brazos, se dirigió a ti, amado Padre, en alabanza.
Bendito Espíritu. Bendito Hijo. Bendito Padre.
Sería algo precioso para mí ser “movido” así por tu Espíritu como si fuera yo una barca dirigida por tu brisa fresca.
Ayúdame, Padre, a ser sensible a tus directrices para poder entrar en el templo con la actitud correcta y experimentar los poderos del siglo venidero.
Y no solamente quiero estar lleno de tu Espíritu antes de entrar en el templo sino también en todos mis compromisos a lo largo de este día y el resto de la semana. En cada conversación telefónica, en cada momento con mi familia, en cada segundo que estoy encerrado en mi despacho trabajando, ¡lléname de tu buen Espíritu, oh Dios!
¡Qué mis ojos vean tu salvación!
Pastor Will Graham – Almería