“Estaba también Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (Lucas 2:36-38).
Otro personaje misterioso. ¿Quién era Ana?
Una y otra vez la luz de tu Hijo brilla sobre personas desconocidas como Ana. Pasaste por alto a los sabios de este mundo y revelaste el destello de la aurora a los insignificantes.
Te alabo porque me has permitido conocer a muchas hermanas mayores en la fe (Elisabet y Ana) que te sirven con fervor y son un ejemplo para los más jóvenes de la congregación. Son profetisas porque siempre hablan de ti, de tu Cristo y de tus promesas.
Y desde luego, te quiero dar las gracias por todos los varones mayores como Zacarías y Simeón que han invertido en mi vida a lo largo de los años con su amor paternal.
Pastor Will Graham – Almería