“Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo” (Mateo 2:4).
Qué curioso.
Esta pregunta teológica me hace pensar que Herodes solamente disimulaba ser judío. Sé que, según la carne, era idumeo; pero supuestamente se hizo prosélito.
¿Cómo podía un adepto del judaísmo no tener claro el lugar del nacimiento del Mesías? ¿Sería posible ignorar tal dato? Si lanzara a mis hermanos en la fe esa misma pregunta hoy, todos podrían contestarme diciendo “Belén” sin pensarlo.
Y en gran parte, ahora entiendo la razón por la que el rey “se turbó” al pensar en el nacimiento de tu Hijo. La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo. Y la ignorancia de Cristo es la ignorancia de todos sus beneficios salvadores.
Si Herodes hubiera dedicado tiempo a estudiar tu Palabra con un corazón contrito y humillado, seguramente habría sabido que Belén iba a ser tu lugar escogido (Miqueas 5:2) y que el Mesías “no quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare” (Isaías 42:3). Tu Cristo no resiste a los humildes sino que les da gracia.
Señor, líbrame de fachadas religiosas. No quiero ser un sepulcro blanqueado.
Pastor Will Graham – Almería