“Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel” (Mateo 2:6).
Aleluya.
Belén, la casa de pan, lugar de nacimiento del pan de la vida.
Una vez más, te fijas en lo desconocido y lo insignificante (el pueblo de Belén) para llevar a cabo tus propósitos. ¿Por qué Belén y no Jerusalén? ¿Y no Roma? ¿Y no Atenas?
Por supuesto, la cita aquí está sacada de Miqueas 5:2. Y cuando leo la profecía original me doy cuenta de que el niño de Belén será más que un guiador y pastor. Allí está escrito que, “sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”.
Esta profecía, pues, no podía referirse a Herodes ni a los dirigentes judíos. Aludía a alguien sin principio, a un ser no creado, a una persona eterna. Y gracias a la obra de tu Espíritu en mi corazón, Padre, creo que el texto profético está hablando de la deidad de tu Mesías, el Señor Jesucristo.
Gracias por haberme regalado el guiador y pastor perfecto.
Pastor Will Graham – Almería