“Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo” (Mateo 2:13).
Te glorifico, Padre.
Protegiste a tu Hijo de la crueldad de Herodes. Enviaste a tu mensajero para advertir a José, el padre adoptivo del niño.
Y me quedo atónito ante la humillación del Dios-hombre. ¿Qué hace Dios encarnándose? ¿Qué hace Dios acostado en un pesebre sucio? ¿Y qué hace Dios huyendo a Egipto? ¿Quién podría creer en un Dios que huyera? Tu Hijo es una piedra de tropiezo para la mente natural.
Y te alabo porque la salvación personificada llegó a Egipto. Simeón habló de la misión de Cristo entre los gentiles. Los magos del oriente le recibieron con los brazos abiertos. Y ahora, tu Hijo descansa en Egipto.
¡Oh, mi Dios! ¡Qué la causa de la aurora triunfe en Egipto y en todos los países gentiles del mundo! ¡Y fortalece a los santos a nivel global ante los ataques brutales de Herodes!
Pastor Will Graham – Almería