“Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Voz fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron” (Mateo 2:17-18).
Hasta en las situaciones más oscuras, tu Palabra se está cumpliendo. En este caso, la profecía de Jeremías.
Ramá está a siete kilómetros de Belén. Así que es bastante probable que los menores de dos años en Ramá fuesen ejecutados también.
Y seguramente, muchas de las familias de aquella zona (Ramá, Belén y los pueblos vecinos) eran descendientes de la matriarca Raquel. Por lo tanto, en términos simbólicos, tu hija lloró por la pérdida de sus hijos.
Los judíos a quienes Mateo envió su evangelio habrán entendido que la profecía de las lágrimas de Raquel en Jeremías 31 precede al anuncio del Nuevo Pacto. Mateo aquí, siendo guiado por tu Espíritu, conecta el dolor de Raquel con la llegada del mesías y por eso Jeremías le dice a Raquel: “Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos” (v. 16).
Pérdida. Lágrimas. Salvación. Consolación. Me siento identificado con Raquel.
Gloria a ti, Dios de todo consuelo.
Pastor Will Graham – Almería