
Reflexión final
Te doy gloria, amado Padre, por todo lo que me has enseñado sobre la encarnación en este mes de diciembre. Los textos de mis hermanos Mateo y Lucas me han edificado y enriquecido.
He aprendido tanto pensando en los buenos ejemplos de José, María, Zacarías, Elisabet, Simeón, Ana, los ángeles, los pastores y los magos gentiles.
Sin embargo, no quisiera despedirme de este año meditando únicamente en tus siervos. Mi deseo es meditar en el Siervo de siervos, Jesucristo y darte las gracias -en su nombre- por todo lo vivido en los últimos doce meses.
Ruego, amado Padre, que en este nuevo año que el retoño de Cristo siga creciendo en todo el mundo e incluso en los sitios más despreciados y humildes (como Belén, Egipto y Nazaret).
Al fin y al cabo, si me salvaste a mí, puedes salvar a cualquiera.
¡Qué el nazareno triunfe! ¡Las puertas de Herodes no prevalecerán!
Gloria a ti, Padre de la encarnación.
Gloria a ti, Hijo de la encarnación.
Gloria a ti, Espíritu de la encarnación.
Amén y amén.
Pastor Will Graham – Almería