
La Navidad, para mí, tiene que ver con el nacimiento de Jesús.
Hace 43 años, mi vida dio un vuelco cuando leyendo el Nuevo Testamento en griego (la lengua en que se escribió originalmente), decidí entregar a Jesús mi futura existencia de acuerdo con el anuncio del profeta Miqueas, aquel que dijo que iba a nacer en Belén.
Mi vida no ha sido casi nunca fácil a lo largo de estas más de cuatro décadas. Pero sí puedo decir que en los momentos más duros, en los más difíciles, en los más solitarios, en los más dolorosos, siempre he sentido la luz, el amor y la paz que solo emanan de Jesús y que carecen de paralelo en este mundo en el que nos ha tocado vivir.
Por eso, para mí, la Navidad es siempre una fecha grata porque es cierto que, como dice el villancico tradicional, nosotros nos iremos y no volveremos más. Pero el nacido hace más de dos mil años en un pesebre nos garantiza que si hemos creído en Él, con Él también nos reuniremos por toda la eternidad.
¡Feliz Navidad! Y más que nunca: ¡qué Dios los bendiga!
César Vidal
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