
El calvinismo es un sistema teológico que tiene que ver con la doctrina de la salvación. Resalta la obra soberana de Dios a la hora de elegir a su pueblo y de guardarlos eficazmente hasta el día de Jesucristo. Como su nombre indica, el calvinismo es un fiel reflejo de la soteriología del reformador francés Juan Calvino (1509-64).
Calvino era el teólogo sistemático por excelencia de la Reforma y uno de los pensadores cristianos más brillantes de todos los tiempos. Su magnum opus se llama Institución de la religión cristiana y sigue siendo un tomo muy consultado por millones de creyentes evangélicos alrededor del mundo.
Podemos resumir la esencia de la soteriología calvinista en cinco puntos:
Depravación total
El pecador es incapaz de arrepentirse y creer en el evangelio debido a la caída. Espiritualmente hablando, el pecador está muerto, ciego y sordo. No percibe la gloria de Dios en el evangelio. Su voluntad está esclavizada por las tinieblas. Es como un murciégalo que huye de la luz y pelea contra ella.
Para que el pecador nazca de nuevo, hace falta un nuevo corazón, una nueva creación, una resurrección de la muerte, un nuevo nacimiento. Y el único que obra todo esto en el hombre es el Espíritu Santo.
Elección incondicional
Dios escoge a su pueblo en base a su soberana voluntad. Su decisión no depende de nada fuera de sí mismo. A los elegidos Dios concede los dones del arrepentimiento y la fe. Por lo tanto, la salvación del pecador no puede depender de su arrepentimiento ni de su fe porque son, en última instancia, regalos de Dios. La raíz de la elección es nada más que el beneplácito del Padre.
Redención particular
Cristo llevó a cabo su obra redentora con el fin de dar su vida por el pueblo que el Padre había predestinado en la eternidad pasada. Cristo vino al mundo para dar su vida por los que el Padre le había dado.
La obra de Cristo compró todos los bienes salvadores que el Padre quería otorgar a su pueblo, por ejemplo, el perdón de los pecados, la vida eterna, la fe, el arrepentimiento, la perseverancia, la glorificación, etc. En términos sencillos, la salvación es cien por cien de Jesucristo; no de la voluntad humana.
Gracia irresistible
El Espíritu aplica los bienes salvadores conquistados por Cristo a los predestinados de manera eficaz. Este llamamiento interno, a diferencia del llamamiento general del evangelio, no puede ser resistido. Cuando el Espíritu concede el nuevo corazón, es una obra soberana que no depende del libre albedrío del hombre. Es decir, el Espíritu no se encuentra atado por la voluntad humana.
Perseverancia de los santos
Los predestinados por el Padre, los redimidos por el Hijo y los regenerados por el Espíritu perseverarán en la fe hasta el fin porque el Hijo compró a su pueblo por completo. Es imposible que perezcan porque la salvación no es una mezcla de Cristo más obras sino únicamente la imputación de la justicia del Hijo de Dios a su cuenta.
Pastor Will Graham – Almería