
BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN, PORQUE RECIBIRÁN CONSOLACIÓN (MATEO 5:4)
La segunda bienaventuranza tiene mucho que ver con la primera. Es la tristeza producida por el reconocimiento de nuestra pobreza de espíritu. Como escribió el misionero David Brainerd en 1740: “En mis devocionales matinales mi alma se deshizo hasta lo sumo y lloró amargamente por mi excesiva pecaminosidad y vileza”.
No es llorar, pues, por la muerte de un ser querido ni por una enfermedad ni por la pérdida de dinero ni por experimentar tensión en ciertas relaciones en el hogar, el trabajo o la iglesia. Es llorar al darnos cuenta de nuestra bancarrota espiritual. Son lágrimas espirituales. En palabras de Martyn Lloyd-Jones, el regenerado se pregunta a sí mismo frecuentemente: “¿Qué hay en mí que hace que me conduzca como lo hago? ¿Por qué me irrito tanto? ¿Por qué tengo tan mal carácter? ¿Por qué no puedo dominarme? ¿Por qué tengo esos pensamientos hostiles, de celos y envidia? ¿Qué hay dentro de mí? Y descubre esa lucha en sus miembros, y le desagrada y llora por ello. Es completamente inevitable”.
Además, el verdadero creyente no solamente llora por su propio pecado sino por la maldad que ve en el mundo. Gime a causa de “todas las abominaciones que se hacen en medio de Jerusalén” (Ezequiel 9:4). Vive como el justo Lot el cual tenía el alma partida en dos al ver y oír los hechos inicuos de los sodomitas (2 Pedro 2:7). Es imposible que un nacido de nuevo esté plenamente a gusto en un mundo que glorifica la corrupción y la perversidad a través de los anuncios, la música, las páginas web, las películas e incluso por medio de las leyes promulgadas por gobiernos abiertamente opuestos a los valores éticos de la Escritura. “Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley” (Salmo 119:136).
El que llora así, sin embargo, es grandemente bendecido. El texto se lee: “Bienaventurados los que lloran”. O, para parafrasearlo de otra manera: “Felices los infelices”. ¿Cómo puede ser? ¿Acaso no nos hablan las lágrimas de dolor?
Pues, los infelices son felices porque sus lágrimas son un don celestial. Su dolor por el pecado es la señal de que son nuevas criaturas. Su tristeza no es la tristeza según este mundo que solamente se preocupa por lo terrenal. ¡No! ¡No es la tristeza de Esaú! Es una tristeza dada por Dios (2 Corintios 7:10). Los científicos nos explican que las lágrimas tienen tres componentes: la parte mucínica, la parte intermedia y la parte lipídica. Y en el reino de Dios es así también. Las tres capas de las lágrimas cristianas son conocidas como: Soli, Deo y Gloria. Estas gotas, como decía William Hendriksen: “Caen en tierra y suben en flores”. Son flores agradables al Padre.
Y lo más dulce en el texto es aprender que el Salvador prometió todos aquellos que lloran por el pecado “recibirán consolación”. Antes que nada, es una consolación enterarnos de que estas lágrimas son fruto de la obra de Dios el Espíritu en nosotros. En segundo lugar, es una consolación saber que estas gotas se convierten en flores agradables a Dios el Padre. Y en tercer lugar, es una tremenda consolación tener la seguridad evangélica de que la Consolación de Israel (Lucas 2:25) es quien pronuncia su palabra de absolución sobre nosotros. ¿Acaso no tiene el Hijo del Hombre potestad para perdonar los pecados? ¿No nos enseña la buena noticia que el Consolador encarnado derramó de su santa sangre en la cruz para efectuar el perdón de todos nuestros pecados y luego envió a otro Consolador para regalarnos la vida eterna y guardarnos hasta el fin?
No podremos apreciar la belleza de la cruz usando binoculares ni gafas ni consultando imágenes de la misma en Búsqueda de Google. Veremos la gloria de la cruz a través de nuestras lágrimas cristocéntricas.
Hoy el Cristo transfigurado derrama aceite en nuestras heridas recordándonos que si de verdad lloramos por nuestra pobreza de espíritu, también tenemos el santo deber y privilegio de llorar de gozo al contemplar el perdón otorgado en el calvario.
Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consolación. Gracias, Señor.
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería
Muy bonito y aprendí una nueva perspectiva de este sermón del monte.Como siempre gracias pastor Graham
Aleyda
Maravillada con tan profunda explicación, Gloria al Todopoderoso que se conduele de sus Santos!!
Gracias pastor, Dios le de bendiga con sabiduria y gracia de lo alto !!
¡Grandioso! ¡Grandioso! Todo el comentario, sobre todo las últimas 18 palabras en negrita del último párrafo….Bendiciones pastor Will……. hasta Armería, Esp.
Saludo pastor Will desde Nicaragua que hermoso artículos a leer el verdadero significado de la Bienaventurado las lágrimas me consolador la Bendición
Gracias Pastor Will, le pido a Dios que le siga bendiciendo grandemente. Excelente reflexión. Saludos desde Zulia Venezuela.