
Mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos (Mateo 5:19, segunda parte).
Alabado sea tu nombre Señor.
Soy salvo por gracia, pura gracia. No obstante, tu gracia no es un pretexto para pecar. Tu gracia me enseña a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos (Tito 2:12). La gracia que me convirtió, se encarga de santificarme. Si no hay un anhelo ardiente en mí por ser más santo, no te conozco.
Tu Hijo me dice que he recibido el llamamiento de enseñar tus mandamientos. Pero antes de enseñarlos, tengo que hacerlos. Si viviera en hipocresía, hasta los incrédulos se burlarían de mi profesión de fe y tu santo nombre sería blasfemado entre los gentiles (Romanos 2:24). Es más, correría el riesgo de caer bajo la misma disciplina que llegó a las vidas de Ananías y Safira (Hechos 5:1-11).
Oh, mi Dios, santifícame por medio de las herramientas que ya me has dado: tu preciosa Palabra y tu poderoso Espíritu. Transfórmame hoy a través de mi meditación sobre Mateo 5:19 y sella la verdad de este texto en mi alma.
Quiero hacer tus mandamientos y enseñarlos.
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería
Amén.
Sin santidad nadie verá al Señor
Gracias por este articulo Pastor
Es verdad esta parte debe de existir en nosotros como creyentes, un deseo ardiente por seguir conociendo mas mas del evangelio !!!. Pero no vendra de nosotros a menos que lo solicitemos a DIOS para que el haga ese deseo en nuestro corazon… ya que el produce el querer como el hacer !!!
Bendiciones a usted y a su familia