
Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra (Mateo 5:39).
Gracias, Padre:
En vez de vengarme de mi enemigo, tu Hijo me manda a amarlo. Si me golpea en la mejilla derecha, tengo que volverle la izquierda para demostrar que no hay odio ni rencor en mi corazón hacia él.
La lógica del mundo diría: “Si te pega, dale más duro. ¡Valórate!” No obstante, Jesucristo el inmaculado enseña todo lo contrario. De hecho, Él encarnó este principio en su propia vida. Escrito está: “Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos” (Isaías 50:6). No resistió al malo. Ofreció su mejilla izquierda.
Los fariseos seguramente se hubieran partido de la risa al recibir un consejo así. Quisieron vengarse de sus enemigos porque lo más importante para ellos era su propio ego. Pero tu Palabra, amado Padre, es abrazada, atesorada y obedecida por los contritos y humillados.
Hazme humilde, Señor. Prepara mis mejillas para que sean instrumentos de tu amor. Ten misericordia de todos aquellos que me aborrecen.
Amén.
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería