
Y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa (Mateo 5:40).
Tu Palabra aplasta mi egocentrismo.
Siempre siento esta gran necesidad de defenderme a mí mismo cuando me encuentro bajo ataque. Pero ¿por qué? ¿Cómo es que reacciono así? ¿Por qué soy tan reacio a la hora de dar la otra mejilla? ¿Cuál es la razón por la que no quiero soportar la pérdida de mi túnica y mi capa? El problema, como siempre, es que me amo a mí mismo. Es mi orgullo.
Pienso en tu Hijo en su hora más oscura. Lo veo allí en el huerto sudando gotas de sangre. Podría haber pedido que un ejército de ángeles le librara del beso demoníaco de Judas Iscariote y matara a todos los oficiales del sumo sacerdote. Sin embargo, ¡no lo hizo! Se negó a sí mismo. Entregó su vida.
Dios mío, ¿qué es mi túnica comparada con una vida humana? Si de verdad medito en tu bendito Cristo, ¿será posible que haya odio en mi corazón hacia mi detractor? ¿Daré más importancia a una capa insignificante que a tu llamamiento de amar?
Hazme entender que mi capa no es mía. Es de Cristo.
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería
Muy bueno,