
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (Mateo 6:10).
Padre nuestro:
Quiero que tu voluntad sea la mía. Mi voluntad es que tu voluntad sea hecha. Este deseo sincero es la señal de que tu Espíritu mora en mí. Si tu paloma no habitara en el nido de mi corazón, no me interesaría en lo más mínimo volar en el cielo de tus propósitos.
Me encantaría que tu voluntad fuera realizada en la tierra como en el cielo. ¿Y cómo se lleva a cabo tu voluntad en la esfera celestial? Con gozo y prontitud. Los ángeles no tardan ni cinco segundos en cumplir con tus decretos. Anhelan que les des órdenes. Tus deseos son sus mandamientos.
Oh, qué alegría sería ver a los hijos de los hombres comportarse así. Y quisiera contemplar el mismo fervor angelical en mi propia vida. Qué tus palabras sean el viento suave que levanta y guía mis alas hasta la tierra prometida de la santificación.
Amado Padre: te glorifico porque hoy entiendo que cada mandato tuyo es, en el fondo, un beso. Tus ordenes son helado. Tus preceptos, fresas. Tus palabras, zumo de naranja recién exprimido. Tu voluntad, mi vida.
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería
Hermosa meditación. Dios me ayude a amar Sus mandamientos!
Muchas bendiciones
Es una mensaje con mucho «sabor y dulzura» … gracias mi hermano Will.