
Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones ni minan ni hurtan (Mateo 6:20).
Amado Padre:
Gracias por todos los tesoros espirituales nombrados en tu Palabra. Tu perla Jesucristo me ha regalado auténticas joyas: el nuevo nacimiento, el perdón de los pecados, la vida eterna y la promesa de la glorificación.
Día tras día tu buen Espíritu me entrega lingotes de amor, anillos de paz y broches de gozo. Se encarga de que mi corazón anhele los bienes de tu cofre. Por eso, tengo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de mis vecinos mundanos (cf. Hebreos 11:26).
Gracias a ti, vivo en verdadera prosperidad. Pero más allá de todas las esmeraldas de gracia con las cuales me coronas diariamente, tengo tres diamantes predilectos. Hablo de ti, de tu Hijo y del Consolador. Mi fortuna es conocer y amar al Dios trino desde ahora y para siempre.
Ya que soy de ti, por ti y para ti, me siento como si fuera el varón más rico del mundo. Si no me volvieras a dar nada más, ya tengo más, infinitamente más, que suficiente.
Eres mi oro.
Te amo.
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería