
¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dadivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mateo 7:9-11).
Amantísimo Padre:
Hoy no te pido ni piedras ni serpientes, sino panes y peces. Deseo recibir de ti las buenas dadivas que quieres regalarme por tu soberana generosidad.
Ahora bien, ¿cuál es la dadiva que más necesito? El pasaje paralelo de Lucas 11:13 me da la respuesta: “Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dadivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
Padre, te pido hoy, pues, por la dadiva de dadivas: tu Espíritu Santo. Sé que Él ya mora en mí porque tengo fe en tu Hijo. Como bien dijo Martín Lutero: “La fe viene sólo del Espíritu Santo”. Pero te suplico por la llenura del Espíritu Santo. Lléname, amado Dios, del Espíritu que ya reside en mí.
Tengo sed de las aguas dulces de tu buen Espíritu.
¡Lléname, Padre!
Amén.
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería
Amén