
Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina (Mateo 7:28).
Amantísimo Padre:
¡Gloria a ti por la doctrina de tu Hijo! Yo también me admiro de ella. Con razón dijeron los alguaciles: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:46).
¿Quién sino un ser divino podría predicar el Sermón del monte?
Un simple hombre no sería capaz de hacer las siguientes declaraciones:
“Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen” (Mateo 5:11).
“No he venido para abrogar la ley, sino para cumplirla” (5:17).
“Oísteis que fue dicho… pero yo os digo” (5:21-22, etc.).
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos” (7:21).
“Entonces les declararé: Nunca os conocí, apartaos de mí, hacedores de maldad” (7:23).
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (7:24).
Una y otra vez percibo la gloria de tu Hijo a través de estos solemnes textos. Jesucristo es completamente inigualable.
Te pido, amado Padre, que alumbres mis ojos para que me fascinen dos cosas en este nuevo día: las palabras y la persona de tu Hijo.
Amén.
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería
Realmente la persona de Jesucristo en su humanidad y divinidad es asombroso, como dice la palabra no ha habido nadie igual a El ni antes ni después, no habrá alguien que se pueda comparar a èl.