
“Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, más bien te ruego por amor (Filemón 1:8-9).
Amantísimo Padre:
Hoy me llama la atención la actitud de Pablo. Podría haber utilizado su autoridad apostólica para dar un mandato directo, pero optó por apelar al amor cristiano. ¡Qué diferente es la mentalidad arrogante de los supuestos apóstoles de hoy!
Tu siervo Pablo sabía que su hermano era un varón temeroso del Señor que abundaba en el fruto del Espíritu. Por medio de Filemón, los corazones de los santos habían sido grandemente confortados. Por tanto, el apóstol comprendía que su compañero de milicia entendería la lógica del amor.
A la luz del texto, te pido dos cosas:
En primer lugar, como ministro tuyo que soy, aléjame de la tentación de procurar enseñorearme de tus ovejas y de buscar imponer mi voluntad (cf. 1 Pedro 5:3). Hay lobos prepotentes por todos lados en la iglesia visible. Líbrame de ser uno de ellos.
En segundo lugar, hazme sensible al lenguaje y a la práctica del amor. Si veo a hermanos con necesidades, enciende mi corazón para que sea un refugio para ellos. Haz de mí un Filemón.
Amén.
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería