
“Te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo” (Filemón 1:9).
Amantísimo Padre:
Te doy la gloria por la humildad y la sabiduría que le diste a Pablo a la hora de escribir carta.
Veo su humildad en el hecho de que, a pesar de su autoridad dada por ti, no se puso a dar órdenes de forma arrogante.
Con respecto a su sabiduría, utilizó tres argumentos sólidos para presentar su petición ante Filemón: 1) apeló al amor cristiano; 2) habló de sí mismo como anciano; y 3) se presentó como prisionero.
Pablo era joven cuando comenzó a seguir a Cristo (Hechos 7:58). Pero redactó esta epístola teniendo sesenta años. ¿Cómo iba a negarle Filemón una petición a un “anciano” y “prisionero de Jesucristo” que había invertido tantas décadas en la obra del Señor y que había sufrido tanto por amor al evangelio (cf. 2 Corintios 11:22-29)? Al fin y al cabo, todo lo que el apóstol quería era que Filemón perdonase a Onésimo.
Ayúdame hoy, Padre, a ser un agente de reconciliación entre hermanos separados.
¡Qué Filemón y Onésimo vuelvan a caminar juntos en amor para tu gloria!
Amén.
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería