
“El cual [Onésimo] en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil” (Filemón 1:11).
Amantísimo Padre:
Tu siervo Pablo, al dominar el griego, sabía que el nombre Onésimo significaba “provechoso” o “útil”.
La ironía lingüística es que, Onésimo, en sus días de incredulidad era inútil. Es decir, no le hacía justicia a su nombre. Su amo Filemón no podía confiar en él.
No obstante, tu gracia alcanzó la vida de aquel esclavo inútil por medio de la evangelización de Pablo. Y en este sentido, me agrada observar cómo el apóstol no utilizó la doctrina de la predestinación como un pretexto para no testificar a los incrédulos. En vez de especular sobre tu voluntad oculta (“¿Será este esclavo Onésimo un elegido o un réprobo?”), se puso a obedecer tu voluntad revelada (“Id y haced discípulos a todas las naciones”).
Por tu buena voluntad te encargaste de que Onésimo llegase a ser útil. En Cristo, Onésimo realmente hace justicia a su nombre. ¡Bendito sea tu nombre por tu gran misericordia!
Te alabo hoy, pues, siendo que yo mismo era inútil, ahora, cual Onésimo, me has hecho útil en tus manos.
¡Toda la gloria a ti!
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería