
“Para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el evangelio” (Filemón 1:14).
Amantísimo Padre:
Gracias por enseñarme hoy que tanto Onésimo como Filemón eran tus esclavos. Esto quiere decir que, en la iglesia, todos compartimos la misma vocación espiritual: la de esclavitud. Tanto los pobres de la congregación (Onésimo) como los adinerados (Filemón) han de vivir como tus esclavos.
Ni siquiera los apóstoles se consideraban más que simples esclavos. Tu embajador Pablo se identificó como esclavo en varias ocasiones (cf. Romanos 1:1; Filipenses 1:1; Tito 1:1). Tal humildad es fruto de tu buen Espíritu.
Si soy tu esclavo, dame más pasión por mis deberes espirituales que por mis derechos.
¿Cómo no voy a invertir el resto de mi vida en servirte fielmente sin murmuraciones si me rescataste de las mazmorras de mi ex amo? Cada día aquel engañador respiraba muerte contra mí. Pero tú entraste en su casa, le ataste y saqueaste sus bienes más atesorados. Rompiste mis cadenas, me sacaste a lugar espacioso y luminoso, me hiciste tuyo, me vestiste de ropas de gala y me preparaste mesa llena de grosura.
¡Toda la gloria a ti, oh Amo de amos!
Ser tu esclavo es pura dulzura.
Pastor Will Graham – Palabra de Vida Almería